Cada vez son más los casos de perros abandonados que terminan atacando y matando animales de trabajo. Mi sobrino, criancero, ha perdido recientemente varias chivas por estos ataques. No se trata solo de pérdidas económicas: son horas de esfuerzo, animales criados con dedicación y parte del sustento familiar que se pierden de manera cruel.
El abandono de perros es un problema que nos involucra a todos. No es responsabilidad de los productores lidiar con las consecuencias de la irresponsabilidad ajena. Es urgente que las autoridades actúen con medidas claras: control y registro de animales, sanciones a quienes abandonan, campañas de castración y concientización.
El respeto por los animales –tanto domésticos como de cría– es un valor que debemos defender. No podemos seguir naturalizando esta violencia.