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Un pastor evangélico de 52 años, identificado como Guillermo Bravo, fue condenado a 10 años de prisión por el delito de abuso sexual agravado. El veredicto fue dictado por el juez penal Octavio Silva tras un juicio oral realizado en los tribunales de Santa Fe. La denuncia fue presentada por un exintegrante de la congregación religiosa.

Los fiscales Roberto Olcese y Vivian Galeano, junto a la abogada querellante Clara Vázquez, habían solicitado 13 años de cárcel para el acusado, pero se mostraron conformes con la sentencia. Según los acusadores, las pruebas demostraron que Bravo, aprovechándose de su posición de autoridad como líder espiritual, cometió reiterados abusos, dos de ellos con acceso carnal, a un joven de su iglesia.

Durante el juicio, se destacó la "extrema vulnerabilidad" de la víctima, quien había llegado a la iglesia buscando ayuda. La manipulación psicológica ejercida por el pastor, que se presentaba como una figura paterna, fue clave para quebrar la voluntad del joven y perpetrar los abusos. La víctima, que testificó en el juicio, sufrió graves consecuencias psicológicas y emocionales, incluyendo depresión y estrés postraumático.

A pesar de la condena, Bravo continuará en libertad hasta que la sentencia quede firme, a la espera de un eventual recurso de apelación.