La gigante de la alimentación, una de las mayores del país, frenará su actividad por primera vez por motivos productivos debido al sobrestock acumulado. La decisión afecta a más de 2.300 trabajadores y genera una fuerte crítica sindical contra la política económica del Gobierno.
La profunda recesión económica ha escalado a un nuevo nivel de alarma con la decisión de Mondelez de detener completamente la producción en su planta de Pacheco, una de las más grandes de Argentina. La medida, que se ejecutará a fin de año, afectará a más de 2.300 trabajadores y es calificada como "sin precedentes" en la historia de la compañía.
El impacto del sobrestock
La multinacional justificó el parate productivo, que se extenderá hasta el 5 de enero, en dos factores directos de la crisis económica:
1.Desplome del Consumo: La empresa ha acumulado un sobrestock insostenible debido a la retracción de la demanda.
2.Caída de Ventas: Los delegados sindicales estiman que el volumen de ventas acumuló una baja de cerca de 13.000 toneladas respecto al año anterior.
Para mitigar el conflicto gremial y evitar despidos directos, la empresa otorgará una semana de vacaciones generales y una semana adicional de licencia paga a todo el personal.
Algunos sectores permanecerán inactivos una semana más.
La crítica sindical y el "Industricidio"
La decisión de Mondelez, que opera en un sector vital de la economía, fue inmediatamente politizada por el sector gremial.
Sergio Escalante, titular del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), responsabilizó directamente a las políticas económicas:
“No había ocurrido nunca esto. Es parte del industricidio al que nos está llevando este Gobierno con caída de la demanda e ingreso de las importaciones”, sentenció Escalante.
El líder sindical también aprovechó para criticar la agenda legislativa del Ejecutivo: “Encima el Gobierno quiere aprobar una Reforma Laboral. La mejor Reforma Laboral que se puede hacer en la Argentina es crear trabajo”.
Aunque la empresa garantizó el pago de salarios, el bono de fin de año, y beneficios como un voucher de $53.000 para proveeduría, la incertidumbre es palpable. La principal preocupación de los 2.300 empleados es saber qué ocurrirá a partir del regreso de las vacaciones, ya que no hay perspectivas claras de reactivación del consumo.
El sindicato se mantiene en estado de alerta permanente y continúa las negociaciones para evitar un desenlace más grave en el sector.
