El escenario económico actual de Argentina presenta una pirámide social con marcados contrastes, según el informe de distribución del ingreso del Indec para el tercer trimestre de 2025. Los datos revelan que el acceso al estrato más alto de la población requiere ingresos familiares que superan ampliamente la media nacional, mientras que una gran parte de los hogares lucha por alcanzar niveles básicos de subsistencia.
El umbral de la riqueza y el factor de la desigualdad
Para formar parte del 10% más acaudalado del país, una familia debe percibir mensualmente más de $3.624.000. Este grupo, denominado décimo decil, es sumamente heterogéneo: mientras algunos hogares apenas cruzan ese límite, otros alcanzan ingresos que llegan a los $150 millones, elevando el promedio de este sector a casi $5,6 millones.
En la base de la escala, la situación es opuesta. El 10% de los hogares con menores recursos sobrevive con un promedio de $349.654 al mes. Al observar el panorama completo, se detecta que la mitad de las familias argentinas no logra reunir más de $800.000 mensuales por todo concepto, lo que marca el verdadero centro de la realidad económica del país.
El peso del trabajo y las ayudas estatales
Un dato clave del informe es la composición de los recursos. En los sectores de mayores ingresos, casi el 90% del dinero proviene del trabajo. En cambio, en los hogares más pobres, la dependencia de los ingresos no laborales —como jubilaciones, pensiones y asistencia estatal— es crucial, llegando a representar el 60% de su economía familiar.
Leves mejoras en un contexto de disparidad
A pesar de la magnitud de estas cifras, el Coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, mostró un ligero avance positivo al descender de 0,435 a 0,431 en términos interanuales.
Esto se traduce en que la brecha per cápita entre el estrato más alto y el más bajo se redujo levemente: mientras que antes el decil superior ganaba 14 veces más que el inferior, ahora esa diferencia es de 13 veces.
Finalmente, el informe destaca que las desigualdades no son solo de clase, sino también de género. En promedio, los hombres perciben un 37% más de ingresos que las mujeres, una brecha que persiste a pesar de las pequeñas mejoras en los índices generales de distribución.
