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La Cumbre de Líderes del G20 en Johannesburgo concluyó con un quiebre inédito en la historia del foro: Argentina fue el único país presente en objetar y negarse a respaldar la declaración final. La Cancillería argentina manifestó su profundo desacuerdo, argumentando que el documento fue impulsado sin respetar el principio fundamental de unanimidad, que otorga legitimidad a las decisiones del grupo en materia de estabilidad financiera y coordinación económica global.

Desde el Palacio San Martín se indicó que las extensas jornadas de diálogo no lograron superar las diferencias, y que la decisión de publicar el texto sin el aval de todos los integrantes constituye una violación a la tradición del G20 y expone las crecientes tensiones geopolíticas internas.

La cuestión de Medio Oriente: el enfoque sesgado

Más allá del procedimiento, el otro gran punto de fricción fue el tratamiento del conflicto en Medio Oriente. La posición oficial argentina criticó que la declaración ofrecía una visión "parcial" y simplificada de la disputa, ignorando el contexto regional más amplio y las raíces estructurales del enfrentamiento. Para Buenos Aires, esta omisión impide generar un marco para una paz que sea "genuina, sostenible y equilibrada".

La soledad de la disidencia y el elogio de Washington

El gesto argentino refleja un fuerte alineamiento con la postura previa de Estados Unidos, país que también rechazó el borrador, si bien optó por no enviar una representación de alto nivel. Esto convirtió al Canciller Pablo Quirno, quien lideró la delegación argentina en ausencia del presidente Javier Milei, en la única voz abiertamente disonante entre los asistentes.

Durante su intervención, Quirno enfatizó la necesidad de un marco internacional basado en reglas claras, disciplina fiscal y respeto a la propiedad privada como pilares para la prosperidad. Posteriormente, recibió un público espaldarazo del Subsecretario de Estado de EE. UU., Christopher Landau, quien lo felicitó por "defender los principios que permiten que la prosperidad y la dignidad humana florezcan".

La administración sudafricana, a cargo de la presidencia del G20, manifestó su sorpresa ante el desenlace. El vocero Vincent Magwenya señaló que el sherpa argentino, Federico Pinedo, había participado activamente en las negociaciones preliminares y que el acuerdo de los delegados ya se consideraba cerrado y listo para la ratificación de los líderes, haciendo inesperada la negativa final.