Imagen
Hollywood se viste de luto por la partida de Diane Keaton, una de sus estrellas más originales y queridas. La actriz, cuya carrera definió la comedia romántica e intelectual moderna, murió en California a los 79 años. La noticia de su deceso, ocurrido este sábado, fue confirmada por un vocero familiar a la revista People, aunque no se brindaron detalles sobre las circunstancias, y la familia solicitó respeto y privacidad en su duelo.

Nacida como Diane Hall el 5 de enero de 1946, Keaton dejó una marca indeleble en la cultura popular. Su éxito se construyó sobre dos pilares fundamentales: el drama épico de Francis Ford Coppola, donde encarnó a Kay Adams en la trilogía El Padrino, y su trascendental sociedad con el director Woody Allen.

De musa de Allen a referente de estilo

Fue su rol protagónico en “Annie Hall” (1977), bajo la dirección de Allen, el que la catapultó a la cima. Por esta interpretación, que mezclaba nerviosismo y encanto, ganó el Óscar a Mejor Actriz. Más allá del galardón, la película la convirtió en un ícono de la moda. Con su memorable estética andrógina —caracterizada por sombreros, chalecos y corbatas—, Keaton impuso una tendencia y redefinió la imagen de la mujer moderna en la pantalla.

A lo largo de cinco décadas, Keaton demostró una versatilidad que la llevó a ser nominada nuevamente por su trabajo en el drama histórico “Rojos” y a destacarse en éxitos de taquilla como “El club de las divorciadas” y “Alguien tiene que ceder”.

Su talento innato para la comedia, su estilo inconfundible y su capacidad para inyectar una sensibilidad profunda a cada personaje, aseguran que Diane Keaton será recordada no solo como una de las grandes actrices de su generación, sino como una artista que hizo de la autenticidad su sello de oro.