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Brian Giménez, de 24 años, fue ejecutado en un búnker de Rosario en octubre de 2022 por orden de un jefe narco que lo acusó de delator desde la cárcel, a través de una videollamada. La víctima había ido a comprar droga y fue marcada solo por vivir cerca de una banda rival.

La Justicia dictó este viernes dos contundentes condenas por el cruento homicidio de Brian “Paragua” Giménez (24), un joven que fue hallado maniatado y con un disparo en la cabeza en un búnker del barrio Stella Maris en octubre de 2022. La investigación, liderada por el fiscal Adrián Spelta, demostró que la víctima fue asesinada por ser falsamente señalada como “sapo” (delator), un término importado de las series sobre el narcotráfico colombiano.

El Tribunal halló culpable a Brian Emanuel “Negro” Villalba (34), un jefe narco que operaba desde la cárcel de Piñero, como instigador del crimen. Recibió una pena de 23 años, que se unificó en un total de 46 años de prisión. Su ladero y pariente, César Alberto Villalba (29), fue condenado a 26 años como autor material del asesinato y otros delitos de violencia territorial.

Una ejecución ordenada desde la cárcel

El macabro hallazgo tuvo lugar la mañana del 3 de octubre de 2022, cuando vecinos de la calle Juan B. Justo al 8754 encontraron el cuerpo de Giménez en una tapera que funcionaba como punto de venta de drogas. La víctima estaba amordazada, atada a una silla de plástico con un cable y restos de una media sombra, y presentaba un disparo en la cabeza.

Según se ventiló en el juicio, Giménez, un consumidor de estupefacientes, había acudido a ese búnker para comprar droga. El lugar era controlado por la banda del "Negro" Villalba, un conocido narcotraficante que actuaba bajo el padrinazgo de Julio Andrés Rodríguez Granthon.

Minutos después de ingresar al búnker, Giménez fue retenido. El encargado del lugar, César Villalba, se comunicó por videollamada con su jefe en el pabellón 9 de Piñero y le dijo: “Negrito, ya tengo al sapo”. Un testigo protegido, que conocía a los acusados, relató haber escuchado la conversación que selló el destino del joven.

El trágico error: víctima de una guerra ajena

La investigación fiscal determinó que Giménez fue ejecutado no por ser un delator, sino simplemente por ser vecino del clan Hermosín, una banda rival apodada “los Casas” o “Casas recompensas”, quienes controlaban otro búnker en una calle cercana y eran enemigos de la organización de Villalba.

“Sapo es aquel que pasa información; posiblemente los imputados pensaban eso de Brian Giménez, porque él vivía al lado de la casa donde los Casas recompensas venden droga”, argumentó la Fiscalía en su alegato final. Giménez, que compraba droga en diferentes lugares para saciar su consumo, pagó con su vida el haberse adentrado en territorio enemigo, siendo marcado injustamente en una violenta disputa por el control territorial.