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El trágico ataque que sacudió a la tranquila localidad de Aurora, cerca de Denver (Colorado), el 23 de julio de 2012, no solo dejó una profunda herida en la sociedad estadounidense, sino que expuso la vulnerabilidad sistémica ante la figura del tirador solitario. Aquella madrugada, durante el estreno de la película "Batman, el caballero de la noche...", un joven estudiante de Neurología de 24 años, James Holmes, irrumpió en la sala de cine y desató una masacre que terminó con doce vidas cegadas y decenas de heridos graves.

Holmes, vestido como el villano Guasón, se quitó el abrigo en la oscuridad y comenzó a disparar indiscriminadamente con múltiples armas.

El perfil indetectable y la lucha del FBI

El caso de Holmes es emblemático en la problemática de los tiroteos masivos. A pesar de la conmoción que generó el hecho, los investigadores coinciden en que es casi imposible detener preventivamente a este tipo de atacantes. Holmes, quien fue descrito por sus conocidos como un joven educado y tranquilo, adquirió su arsenal de forma completamente legal, sin despertar la menor sospecha policial.

Esta dificultad para identificar a los potenciales asesinos llevó al FBI a crear, ya en 2009, una unidad especializada dedicada a estudiar los patrones de comportamiento de los tiradores solitarios. El problema persiste: un estudio de la propia agencia encontró que, si bien estos individuos suelen ser inteligentes y con buena memoria, no existe un denominador común visible que alerte a las autoridades antes de que actúen.

La proliferación del fenómeno queda patente en las estadísticas: solo en el año 2012, Estados Unidos registró 22 matanzas de esta índole.

El debate perpetuo sobre el control de armas

La tragedia de Aurora resucitó con fuerza el debate sobre la laxitud de las leyes de armas en Estados Unidos. Se ha señalado que si la prohibición federal de armas de asalto, que estuvo vigente entre 1994 y 2004, hubiera continuado, Holmes probablemente no habría podido adquirir al menos una de las cuatro armas utilizadas, ni los cartuchos de alta capacidad que le permitieron disparar sin recargar, incrementando drásticamente el número de víctimas.

La ley que restringía la venta de armamento de guerra expiró hace más de dos décadas, y, desde entonces, los defensores de un control más estricto han perdido la esperanza de que el Congreso apruebe una legislación restrictiva de alcance similar.

A pesar de haber sembrado trampas explosivas en su propio departamento para emboscar a la policía, Holmes fue detenido en las inmediaciones del cine sin oponer resistencia.

Su detención y posterior aparición ante el juez, sin mostrar señal alguna de arrepentimiento, solo profundizó el misterio sobre las motivaciones que llevan a un ser humano a cometer un acto de maldad de esa magnitud.