La provincia de Neuquén se despide de un pilar de su historia reciente. Dolores Noemí López Candan de Rigoni, conocida cariñosamente como "Lolín", falleció en la madrugada de este martes a los 100 años. Su partida deja un profundo vacío en el movimiento de derechos humanos, del cual fue una de las fundadoras y más fervientes activistas en la región.
Lolín Rigoni fue la última Madre de Plaza de Mayo en Neuquén y, a pesar de su avanzada edad, su compromiso nunca decayó. Hasta el pasado mes de marzo, se la podía ver participando en las rondas de los jueves en el monumento a la madre, un ritual que mantuvo vivo por décadas en memoria de los desaparecidos.
Su lucha comenzó el 16 de abril de 1977, con la desaparición y posterior asesinato de su hijo, Roberto Daniel Rigoni. Roberto, quien tenía tres hermanos, fue detenido durante un operativo militar en Isidro Casanova, La Matanza. Su cuerpo sin vida fue hallado apenas cuatro días después en la ruta provincial 21.
Este trágico evento la unió a otras mujeres que compartían el mismo dolor. Junto a figuras como Inés Ragni, Lolín fue una de las precursoras en la conformación del grupo original de Madres de Neuquén y Río Negro, convirtiéndose en un faro de resistencia contra el terrorismo de Estado.
La familia Rigoni enfrentó una ardua batalla para recuperar los restos de su hijo. Aunque el fallecimiento de Roberto fue notificado oficialmente recién en diciembre de 1980, no fue sino hasta 1981 que su cuerpo pudo ser inhumado en el cementerio de Neuquén, un trámite que se extendió por cuatro años.
Con el regreso de la democracia, Lolín Rigoni se convirtió en una figura fundamental. Su presencia fue constante en cada marcha, en cada acto conmemorativo y en los juicios por crímenes de lesa humanidad. Junto a Inés Ragni, se erigió como un ejemplo vivo de la lucha incansable por la memoria, la verdad y la justicia, dejando un legado imborrable en la historia de la región.