La organización ambiental Greenpeace elevó una carta a los gobernadores de Neuquén, Río Negro y Chubut para reclamar medidas urgentes de prevención frente a la próxima temporada de incendios forestales, que según los pronósticos se perfila como una de las más críticas de las últimas décadas. La advertencia también alcanza a Santa Cruz y Tierra del Fuego, donde el escenario climático no sería muy diferente.
La ONG alertó que la falta de lluvias y nevadas, sumada a la sequía acumulada y a las altas temperaturas previstas para el verano 2025-2026, podría generar un contexto extremo para la propagación del fuego. A ello se suma la incertidumbre sobre la disponibilidad de recursos, tras la disolución del Fondo Nacional del Manejo del Fuego.
“Solicitamos a los gobiernos provinciales que adopten medidas concretas para reducir el riesgo y garantizar capacidad de respuesta”, señala la carta enviada a los mandatarios.
Un verano récord en destrucción
Los datos satelitales recopilados por Greenpeace confirman la gravedad del problema: durante el verano 2024-2025, los incendios arrasaron 31.722 hectáreas de bosques andino-patagónicos (11.782 en Neuquén, 10.218 en Río Negro y 9.722 en Chubut). Esto representa cuatro veces más superficie que la temporada anterior y se considera la peor cifra en tres décadas.
Consecuencias ambientales
Los incendios no solo destruyen bosques nativos, sino que también generan pérdida de biodiversidad, alteran ecosistemas, reducen la capacidad de almacenamiento de agua y provocan erosión y desplazamiento de fauna. “El 95% de los incendios tienen origen humano. Por eso es clave reforzar la prevención, la educación ambiental y la coordinación entre jurisdicciones”, subrayó Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace.
El especialista insistió en la necesidad de ampliar el número de brigadistas, mejorar la infraestructura de combate temprano y erradicar especies exóticas como los pinos, que incrementan la inflamabilidad de los suelos y dificultan la regeneración de los bosques.
Una crisis que exige respuestas
Greenpeace recordó que la emergencia climática y de biodiversidad está directamente relacionada con la destrucción de bosques: acelera el cambio climático, impulsa la desertificación, facilita inundaciones, afecta a comunidades rurales e indígenas y amenaza recursos esenciales como alimentos y medicinas.
Por eso, la organización pidió avanzar hacia políticas más duras: penalizar los desmontes y los incendios intencionales, ya que las multas económicas no logran frenar el daño.