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El panorama de las relaciones laborales en Argentina se encamina a un cambio radical. Se ha confirmado que el Poder Ejecutivo, a través del secretario de Trabajo, Julio Cordero, lleva meses elaborando una ambiciosa reforma laboral. El eje central es la introducción de un sistema de "salarios dinámicos", una medida que busca desvincular los aumentos del piso nacional y atarlos directamente a la productividad individual y empresarial.

El fin de la negociación colectiva unificada

El proyecto, cuya gestación fue revelada en el ámbito legislativo antes de los últimos comicios, apunta a una "modernización" del mercado de trabajo, alineada con las directrices económicas sugeridas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La implicancia más disruptiva de los "salarios dinámicos" es el quiebre de la matriz de las paritarias sectoriales a nivel nacional. En lugar de incrementos salariales negociados globalmente por rama de actividad —una de las bases del modelo sindical argentino—, la reforma promovería la negociación salarial empresa por empresa.

El funcionario Cordero fue enfático en la necesidad de premiar el esfuerzo diferenciado. "Queremos que los salarios generen un diferencial por mérito. Si todo es lo mismo, la tendencia es apuntar hacia abajo", explicó, defendiendo que los empleadores deben tener la flexibilidad de pagar más a quienes se destacan.
Rendimiento individual y rentabilidad, los nuevos pilares

Según la visión oficial, este esquema permitiría ajustes salariales flexibles basados en tres variables clave:

1.Rendimiento individual del trabajador.

2.Productividad del conjunto de la empresa.

3.Situación financiera y económica particular del empleador o de su región.

Este modelo, que se inspira en sistemas de remuneración variable de algunas naciones europeas, plantea que la negociación colectiva ya no debe ser una "camisa de fuerza". El objetivo es que los convenios por empresa puedan negociar montos específicos, incluso si el acuerdo nacional o "de rama" establece un tope que la compañía considera inalcanzable, especialmente en contextos regionales o sectoriales complejos.

Reducción del poder sindical y pisos salariales

La argumentación del Gobierno es que las paritarias globales no reflejan la heterogeneidad del país y que los salarios reales deben superar a los de convenio, algo que se facilitaría con la actual desaceleración inflacionaria.

Sin embargo, detrás de la búsqueda de flexibilidad, subyace una redefinición del poder de los sindicatos centralizados. Al trasladar la negociación al ámbito micro (la empresa), se socava la capacidad de presión colectiva a gran escala, fragmentando el frente gremial.

Además, trascendió que la iniciativa contempla una reducción de los pisos salariales básicos definidos en los convenios, otorgando a las empresas un margen todavía mayor para establecer las remuneraciones iniciales.

El anuncio de esta "modernización", realizado por Cordero en su defensa de la política laboral ante la Comisión de Presupuesto de Diputados, se enmarca en un contexto de "paz social encomiable", según el Ejecutivo. No obstante, esta propuesta se anticipa como uno de los ejes de conflicto más importantes que el Gobierno de Milei planea enviar al Congreso, formando parte de un paquete de reformas estructurales que incluiría también el sistema previsional.