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Un especialista subraya que las inmunizaciones no solo previenen enfermedades, sino que son clave para frenar el uso excesivo de antibióticos y la resistencia bacteriana.


El doctor Fernando Burgos, pediatra e integrante del Departamento Científico de la Fundación Vacunar, se refirió a la preocupante caída en los índices de vacunación a nivel nacional. En el marco de un seminario sobre salud que tuvo lugar en un conocido hotel de la Ciudad de Buenos Aires, el experto, convocado por MSD Argentina, enfatizó la trascendencia de sostener el calendario de inmunizaciones a lo largo de todas las etapas de la vida. Además, resaltó el rol fundamental de las vacunas como herramienta principal en la prevención de patologías y como un aliado crucial en la batalla contra la resistencia a los antibióticos.

El esquema que arranca en la gestación

Según el profesional, el camino de la inmunización comienza incluso antes del nacimiento. “Al hablar de la vacunación a lo largo de la vida, el punto de partida es la mujer embarazada”, aseveró Burgos. El médico hizo hincapié en la necesidad de aplicar cuatro vacunas vitales durante la gestación: contra el COVID-19, la del virus sincicial respiratorio (entre las semanas 32 y 36), la Triple Bacteriana Acelular (que brinda protección contra la difteria, el tétanos y la tos convulsa) y la vacuna antigripal, la cual puede aplicarse en cualquier momento.

El especialista encendió una luz de alerta sobre el aumento de casos de tos convulsa en el país: “Actualmente enfrentamos un brote con 34 diagnósticos confirmados. Es esencial que la madre se vacune para proteger al recién nacido, ya que los anticuerpos que ella genera son su primera línea de defensa”, explicó.

Un entrenamiento constante para el sistema inmune

Burgos revisó la trayectoria del Plan Nacional de Inmunización desde la primera infancia: al momento del parto, el bebé recibe la BCG y la dosis contra la hepatitis B. Posteriormente, a los dos, cuatro y seis meses, se administran las vacunas para prevenir dolencias virales, como la poliomielitis, y bacterianas, como las causadas por el neumococo y el meningococo. El esquema se prolonga durante el primer y segundo año, con refuerzos clave al momento del ingreso escolar.

“La vacunación no es un proceso que termine en la niñez. En la adolescencia se refuerzan dosis contra el meningococo, el HPV y la Triple Bacteriana Acelular. En la vida adulta, se aconsejan la antigripal, la antineumocócica y la del virus sincicial respiratorio, especialmente a partir de los 50 años o para pacientes con sistemas inmunes comprometidos”, detalló.

El médico describió la acción de las vacunas como un “fitness inmunológico”. Sostuvo que el sistema inmune precisa de estímulos periódicos. “Las células T y B trabajan como si estuvieran haciendo gimnasia. Cada vacuna es un estímulo que produce anticuerpos y fortalece nuestras defensas sin necesidad de que nos enfermemos”, ilustró. Este constante "entrenamiento", aseguró, minimiza la vulnerabilidad ante infecciones y optimiza la reacción del organismo a futuras inoculaciones.

El riesgo de la desinformación y el papel de la IA

Al ser consultado sobre el impacto de la automedicación y el flujo de información en redes sociales, Burgos fue contundente: “Si bien la información es poder, puede ser muy peligrosa si no se tiene el conocimiento para interpretarla. Los únicos que deben indicar medicamentos y vacunas son los médicos. La inteligencia artificial puede ser una herramienta de apoyo, pero solo el profesional de la salud conoce a su paciente”.

El especialista defendió la importancia de una medicina más humanizada. “Esto implica establecer contacto visual con el paciente, dedicar el tiempo necesario para explicarle por qué requiere una vacuna o un tratamiento. Ese tiempo forma parte integral del acto médico”, afirmó.

El arma secreta contra el uso irracional de antibióticos

Una de las ideas centrales que expuso el pediatra es que la vacunación va mucho más allá de la prevención de infecciones directas. Es, a su vez, una herramienta clave para combatir el uso inadecuado de antibióticos. “Si aumentamos la cantidad de personas vacunadas, disminuyen las enfermedades bacterianas. Y si utilizamos menos antibióticos, la resistencia a ellos se reduce. Muchas veces, ante un cuadro viral, la gente se medica sola creyendo que requiere un antibiótico, lo que acelera la resistencia. Las vacunas son parte esencial de la solución”, aseveró.

Burgos reconoció que la pandemia de COVID-19 generó una crisis de confianza. “Fue un período con mucha ansiedad y desinformación. Si bien las nuevas vacunas aparecieron rápidamente, se basaron en plataformas que ya estaban probadas hace años. La única forma de recuperar la confianza es respaldarnos en profesionales capacitados, en las sociedades científicas y en la comunicación transparente de la evidencia”, concluyó.

Finalmente, el especialista cerró con una preocupación: la cobertura de vacunación en Argentina está en franco retroceso. “Antes de la pandemia superábamos el 90%. Hoy, en provincias como Misiones, los niveles son bajos. Si logramos restablecer la confianza, también recuperaremos las coberturas”, sentenció.