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El debate sobre la Inteligencia Artificial (IA) en las aulas ya no es solo teórico. Con herramientas como ChatGPT integradas en la vida cotidiana, docentes y especialistas analizan el impacto de esta tecnología en la educación. La preocupación principal es la brecha entre el uso ideal de la IA como recurso pedagógico y la realidad en la que se convierte en un simple "atajo" para los estudiantes. (foto gentileza Huella del Sur)

El desafío de la "ilusión de aprender"

Ignacio Evangelista, coordinador de la Tecnicatura Universitaria en Inteligencia Artificial de la UNR, explica que la IA puede ser un arma de doble filo. Si bien su objetivo ideal es facilitar el aprendizaje, también puede entorpecerlo al dar la “ilusión” de que se adquirió un conocimiento que en realidad es superficial.

El especialista subraya que, al usar la IA para resolver problemas sin un esfuerzo de comprensión, los estudiantes evitan el proceso de llevar la información a la memoria a largo plazo. "Ese es el gran riesgo que vemos todos los docentes. Damos una tarea clásica, y rápidamente el alumno busca atajos", señala. Este fenómeno se agrava en la adolescencia, ya que la búsqueda de soluciones rápidas puede perjudicar la construcción de saberes fundamentales para la vida.

Sin lineamientos ni capacitación para docentes
A pesar de que la IA es una tecnología disruptiva que llegó para quedarse, la falta de una guía oficial deja a los educadores sin herramientas para incorporarla de manera responsable. Un informe de Educ.ar reveló que el 25% de los docentes no utiliza IA en su trabajo, argumentando falta de conocimiento o capacitación. Muchos también expresan dudas por motivos pedagógicos, temiendo que estas herramientas limiten el pensamiento crítico y la interacción humana.
El problema, además, es que no existen herramientas 100% confiables para detectar contenido generado por IA. A esto se le suma la desigualdad de acceso, ya que las versiones pagas ofrecen mejores resultados, lo que crea una ventaja para quienes pueden permitírselo.

La IA como herramienta, no como sustituto
Para Evangelista, la clave no está en prohibir la IA, sino en integrarla estratégicamente. Propone que se utilice una vez que los estudiantes ya han adquirido los conocimientos básicos, para evitar que la usen como un simple atajo. El desafío, dice, es diseñar actividades que requieran la IA para ser resueltas, y evaluar no solo el resultado, sino también el proceso de interacción con la herramienta.
El especialista visualiza un futuro en el que los docentes enseñen a los estudiantes a dar instrucciones precisas y a refinar las respuestas de los chatbots. Para él, el dilema es pedagógico, no tecnológico. La IA no debe reemplazar el esfuerzo ni la reflexión, sino potenciarlos. La oportunidad está en convertirla en un puente para aprender de una forma diferente.