Contrario a la creencia popular de un progreso intelectual constante, investigaciones recientes sugieren que el coeficiente intelectual (CI) promedio de la población mundial ha comenzado a disminuir desde mediados de la década de 1970. Este hallazgo, que invierte la tendencia de décadas conocida como el "Efecto Flynn", está generando un intenso debate y preocupación entre expertos en salud y neurociencia.
Durante gran parte del siglo XX, el Efecto Flynn documentó un aumento sostenido de aproximadamente tres puntos de CI por década. Sin embargo, estudios clave, como el realizado por el Centro de Investigación Económica Ragnar Frisch en Noruega y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, revelan un cambio dramático. Este estudio noruego, que analizó los resultados de casi 750.000 hombres evaluados entre 1962 y 1991, encontró que el CI promedio de los nacidos después de 1975 es inferior al de las generaciones anteriores, con una caída de hasta siete puntos por generación.
Esta tendencia no es exclusiva de Noruega. Resultados similares se han observado en Dinamarca, Reino Unido, Francia, Holanda y Finlandia, donde los puntajes de CI también han descendido significativamente. La investigación noruega descartó que esta disminución se deba a factores genéticos, ya que la inteligencia familiar también mostró un declive, lo que subraya la importancia de los factores ambientales en esta inversión del Efecto Flynn.
Un estudio independiente sobre la población estadounidense, publicado en la revista Intelligence y basado en las respuestas de casi 400.000 individuos, también detectó un descenso en diversas capacidades cognitivas como el razonamiento lógico, vocabulario, resolución de problemas visuales, analogías y habilidades matemáticas.
Posibles causas del declive del CI
Aunque no existe un consenso científico absoluto sobre las causas exactas de esta tendencia, varias hipótesis con respaldo académico concentran la atención de la investigación global:
·Cambios en los sistemas educativos: Las modificaciones curriculares, las variaciones en la calidad de la enseñanza y las nuevas formas de acceder y evaluar el conocimiento podrían estar reduciendo la estimulación cognitiva, afectando el desarrollo intelectual medido por los test de CI.
·Variaciones en la nutrición: El acceso desigual a dietas equilibradas y los cambios en los hábitos alimenticios podrían influir negativamente en el desarrollo cerebral, especialmente en etapas tempranas, impactando el rendimiento intelectual colectivo.
·Transformación del entorno mediático: El menor tiempo dedicado a la lectura y el creciente uso de dispositivos electrónicos se citan como posibles detonantes. El consumo rápido de información fragmentada y el predominio de contenidos visuales sobre textos extensos podrían estar afectando las capacidades cognitivas evaluadas en las pruebas de inteligencia.
¿Cambio en la inteligencia o en la forma de medirla?
La neuropsicóloga Katherine Possin, profesora del Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de California en San Francisco, ofrece una perspectiva alternativa. Sugiere que la inteligencia en sí misma no está necesariamente disminuyendo, sino que la digitalización ha modificado la forma en que aprendemos y razonamos.
Possin argumenta que los test de CI actuales, tradicionalmente enfocados en habilidades como la memorización y el razonamiento matemático, tienen limitaciones para capturar los nuevos modos de pensamiento que emergen en el mundo digital. "Las nuevas herramientas del mundo digital nos están ayudando a pensar de una manera diferente y entonces creo que los test de inteligencia necesitan también evolucionar a las nuevas formas en la que pensamos y trabajamos", explicó a BBC News. Por ello, propone el desarrollo de exámenes que integren diversas formas de inteligencia, abriendo el debate sobre qué significa realmente ser inteligente en el siglo XXI.