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El dolor que persiste más allá de tres meses deja de ser simplemente un síntoma para convertirse en una enfermedad en sí misma, advierten los anestesiólogos. Esta condición, conocida como dolor crónico, impacta profundamente en la vida de quienes la padecen, afectando no solo el cuerpo, sino también la mente y el espíritu. Para la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Córdoba (ADAARC), su diagnóstico y tratamiento especializado son cruciales.

"El dolor crónico no es un síntoma, es una enfermedad. Y como tal, requiere atención especializada, compromiso médico y acompañamiento humano", subraya el Dr. Mariano Mocellin, Secretario de Publicaciones de ADAARC.

En Argentina, se estima que entre el 25% y el 30% de la población sufre algún tipo de dolor crónico, siendo las dolencias lumbares, cervicalgias, migrañas, dolor musculoesquelético, neuropático y oncológico los más frecuentes. A pesar de esta alta prevalencia, a menudo el dolor crónico no se trata adecuadamente o, directamente, se lo ignora.

Un impacto más allá de lo físico

El dolor crónico se define por su persistencia de más de tres meses sin resolución, independientemente de su causa. Este sufrimiento prolongado genera cambios neurofisiológicos en el sistema nervioso, altera el sueño, la alimentación y provoca altos niveles de estrés y angustia. "Las personas que lo padecen no solo ven afectada su salud física, sino también sus vínculos, su estado anímico y su capacidad de participar plenamente en la vida", señala el Dr. Mocellin. La falta de un diagnóstico apropiado puede llevar a un círculo vicioso donde el sufrimiento se intensifica con el tiempo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce el dolor crónico como una enfermedad con un impacto global en la salud pública. La entidad enfatiza que debe ser abordado como una prioridad sanitaria, destacando la necesidad de capacitar a los equipos médicos para su tratamiento y asegurar el acceso equitativo a cuidados paliativos y terapias del dolor. En este contexto, los anestesiólogos, con su formación en farmacología, técnicas intervencionistas y enfoque interdisciplinario, son figuras clave para el manejo integral de estos pacientes.

ADAARC clasifica el dolor crónico según su duración (constante o irruptivo), ubicación (somático, visceral o neuropático) e intensidad (leve, moderada o severa, según su interferencia en la vida diaria). "Un buen diagnóstico es la primera herramienta para acompañar a la persona. Es clave no subestimar el relato del paciente, porque el dolor no siempre se ve, pero se vive con una carga muy pesada", aclara Mocellin.

El desafío de la prevención y el abordaje integral

Una de las principales causas del dolor crónico es el dolor postquirúrgico mal tratado. Según datos de ADAARC, más del 50% de los pacientes experimentan dolor moderado a intenso después de una cirugía si no reciben un tratamiento adecuado, y hasta el 20% de ellos pueden desarrollar dolor crónico. El dolor postoperatorio puede ser inflamatorio o neuropático, requiriendo este último tratamientos específicos y un seguimiento continuo. La falta de un abordaje profesional y personalizado puede tener consecuencias a largo plazo.

"El tratamiento del dolor no es un lujo, es un derecho. La medicina del dolor debe estar integrada a cualquier planificación quirúrgica o médica prolongada", destaca el Dr. Mocellin.
Uno de los mayores desafíos es cultural. Muchas personas aún creen que vivir con dolor es "normal" o inevitable, lo que lleva a postergar la consulta hasta que el sufrimiento se vuelve insoportable.

A esto se suma el temor a ser percibidos como pacientes "complicados" o la simple falta de información.

Además, existen obstáculos estructurales: la dificultad para acceder a especialistas, la escasez de unidades de dolor en hospitales públicos y la deficiente cobertura en muchos sistemas de salud.

"El abordaje del dolor debe estar en la agenda sanitaria como política pública", advierte Mocellin.

Desde la Asociación de Anestesiología, Analgesia y Reanimación de Córdoba, se proponen tres pilares fundamentales para enfrentar el dolor crónico:

1.Prevenir: Mediante un manejo adecuado del dolor agudo y postoperatorio.

2.Educar: Tanto a profesionales de la salud como a pacientes y sus familiares.

3.Planificar: Establecer protocolos de derivación y tratamiento a largo plazo con equipos interdisciplinarios.

La formación continua de los anestesiólogos en farmacología, técnicas analgésicas y nuevas tecnologías permite un abordaje integral del dolor, desde la cirugía hasta las enfermedades crónicas y los cuidados paliativos.

No hay que resignarse a vivir con dolor

El dolor crónico es una condición invisible que limita significativamente la vida diaria. Es crucial no aceptarlo como una parte inevitable de la vida y buscar la consulta con un especialista. Tratado a tiempo, el dolor puede aliviarse considerablemente, mejorando así la calidad de vida.

"Escuchar al paciente, creerle y acompañarlo es el primer paso para sanar", concluye el Dr. Mocellin.