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Gobernadores e intendentes del peronismo, sin importar su facción, están manifestando una profunda preocupación por el inminente deterioro social post-electoral. La principal alarma radica en la alta probabilidad de una devaluación del tipo de cambio que, a diferencia de otras ocasiones, no vendría acompañada de una compensación efectiva a los ingresos de la población.

Los datos que manejan los líderes territoriales son sombríos: se observa un aumento acelerado en el cierre de PyMEs, el endeudamiento familiar alcanza niveles inéditos y los indicadores de consumo masivo caen sin pausa. Este escenario preelectoral se complica con una nueva escalada de precios en la canasta básica.

Diciembre: el mes de la prueba de fuego

Tradicionalmente, diciembre funciona como un barómetro del clima social en Argentina. Este año, el fin de año coincide con el epílogo del proceso electoral, un momento que los referentes opositores ven como el catalizador de un colapso en el esquema cambiario actual.

El temor es que el inevitable ajuste devaluatorio, que la mayoría de los peronistas da por descontado, se ejecute sin un mecanismo de mitigación. Los dirigentes insisten en que, si no se implementa una mejora parcial en jubilaciones, salarios y programas sociales –similar a la que se reclamó tras la devaluación inicial del gobierno de Javier Milei–, el descontento popular se intensificará peligrosamente.

La "glaciación productiva": crisis de la demanda

Mientras la atención mediática se enfoca en el encuentro presidencial con Donald Trump, el tejido productivo nacional experimenta una recesión persistente y poco visible, bautizada como "glaciación productiva" por un reciente informe del Grupo Atenas, elaborado por los economistas Martín Pollera y Mariano Macchioli.

Este concepto describe un enfriamiento prolongado de la actividad económica que está desmantelando la base empresarial y destruyendo empleo. El estudio, que relevó 100 casos representativos, expone la magnitud del problema:

·PyMEs: Más de la mitad (54%) aplicó suspensiones y el 55% directamente cerró sus puertas, tomando la medida más drástica.

·Empresas Medianas y Grandes: Ambas optaron principalmente por la reducción de personal (60% en medianas) para garantizar la supervivencia.

El factor común de esta crisis es la caída libre de la demanda interna, un golpe que el informe considera más profundo que la recesión provocada por la pandemia.

La deuda familiar y el consumo en peligro

El impacto de la crisis también se mide en el récord de morosidad. Un informe del Banco Provincia advierte que la capacidad de las familias para honrar sus deudas se deterioró fuertemente en agosto y septiembre. La razón: muchos hogares recurrieron a créditos para sostener el consumo ante la caída de sus ingresos, una dinámica que hoy se vuelve insostenible.

El testimonio de Aldo Lo Russo, titular de la metalúrgica bonaerense Taller Baigorria, ilustra la desesperación: trabajadores con salarios formales elevados (cercanos a $2 millones) recurren a la empresa para préstamos informales o buscan ingresos extras vendiendo productos básicos los fines de semana.

Si el mecanismo de financiar el gasto corriente con créditos impagables se corta, el consumo podría sufrir un nuevo shock negativo. Este panorama sistémico, sumado a la duplicación de cheques rechazados reportada por el Banco Macro, confirma la tesis generalizada entre los dirigentes y empresarios: lo peor de la crisis económica y social todavía no ha pasado.