Con casi 10 millones de personas afectadas globalmente, la enfermedad de Parkinson es el segundo trastorno neurodegenerativo más prevalente, y su avance constante proyecta un desafío crucial para la salud pública. En este contexto, la Estimulación Cerebral Profunda (DBS) se consolida como una herramienta vital cuando los fármacos pierden su efectividad, y en Santa Fe, esta técnica ya está plenamente operativa, con más de 20 procedimientos realizados solo en el último año.
DBS: el marcapasos que regula el cerebro
El neurocirujano Pablo Andrés Mortarino, quien forma parte del Departamento de Neurocirugía Funcional y Estereotáctica del Sanatorio Parque de Rosario y trabaja en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA), describe la DBS de forma sencilla: "Es muy parecido a un marcapaso cardíaco, pero dirigido al cerebro".
El procedimiento, que se remonta a los años 80, consiste en la implantación de un electrodo ultrafino en una zona afectada del cerebro profundo. Este dispositivo emite impulsos que replican el efecto inicial de los medicamentos, extendiendo la fase de "luna de miel" de los pacientes, una etapa temprana donde la movilidad es óptima.
"Podemos reproducir ese efecto [de la medicación] y hacerlo perdurar en el tiempo, mucho más allá de la luna de miel," afirma Mortarino.
La importancia del momento: un factor clave
Aunque la DBS no cura la enfermedad, su impacto es crucial para ralentizar la progresión de ciertos síntomas. Por ello, el criterio para la intervención ha cambiado: la recomendación actual es operar cuanto antes una vez cumplidos los requisitos, sin demoras innecesarias. El especialista advierte que si la patología ha avanzado demasiado, la eficacia de la cirugía se reduce significativamente.
El indicador central para la cirugía son las fluctuaciones motoras: esos periodos breves de buena respuesta farmacológica que se intercalan con momentos de rigidez intensa. La DBS estabiliza estas oscilaciones sin recurrir a aumentos de dosis que generen efectos adversos.
Selección rigurosa y compromiso público
Mortarino enfatiza que la DBS "no es para todos los pacientes" y requiere un seguimiento previo con un neurólogo especialista. El proceso de selección es interdisciplinario, involucrando a psiquiatras y neuropsicólogos, dada la importancia de descartar contraindicaciones como trastornos psiquiátricos graves no compensados o patologías que impidan la colocación segura de los electrodos.
Un aspecto importante es que la edad ya no es un límite estricto. El criterio se basa ahora en la edad biológica y el estado general de salud, permitiendo que un paciente de 70 años en óptimas condiciones sea un mejor candidato que uno más joven con una variante agresiva de Parkinson.
En 2024, el equipo de Mortarino, que incluye a los doctores De la Riestra, Ferri y Chamorro, realizó la mayor parte de las intervenciones en el sector privado, pero tres procedimientos se concretaron en el ámbito público. El equipo tiene la meta de ampliar el acceso a esta tecnología, facilitando la programación a distancia de los dispositivos para pacientes de zonas más alejadas de la provincia de Santa Fe.
Finalmente, la labor del neurocirujano fue reconocida por la Cámara de Diputados de Santa Fe con un Diploma de Honor, un gesto que, según Mortarino, funciona como respaldo para seguir trabajando en el objetivo de llevar este tratamiento de primer nivel a todas las personas con Parkinson, sin importar su cobertura o lugar de residencia.
