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Economistas alertan sobre la "financiarización del consumo cotidiano", señalando el riesgo de endeudamiento crónico ante las altas tasas de interés.

La sostenida pérdida de poder adquisitivo ha provocado un cambio drástico en los hábitos de pago de los argentinos, llevando a un inédito repunte en el uso de las tarjetas de crédito. Este fenómeno ha crecido a tal punto que, en ciertos meses de 2025, el volumen de operaciones con crédito superó al de débito, según informes del Banco Central de la República Argentina (BCRA).

La situación se vive en primera persona en los hogares. Mariana, una empleada administrativa de 35 años, ejemplifica el dilema: “Pago con crédito, así estiro un poco el mes”.

Al igual que ella, miles de ciudadanos recurren al financiamiento para cubrir gastos esenciales como alimentos, servicios y medicamentos. El resultado de esta práctica se traduce en resúmenes que consumen entre el 30% y el 40% de los ingresos mensuales, según una encuesta de TN.

Una jubilada consultada resume la tensión: “Pagamos la leche, el pan y los remedios con la tarjeta. No alcanza el sueldo, sobre todo porque la mitad se me va en pagar el resumen”. La austeridad es el nuevo estándar: "Los gustos se terminaron. Ya no existe salir a comer o comprar ropa, solo se puede sostener lo básico”.

El inédito predominio del plástico

Los datos del Banco Central (informes de Pagos Minoristas) confirman el quiebre de tendencia. Históricamente asociado a compras grandes, el crédito ahora se usa para el día a día.

·En abril, mayo y agosto de 2025, las operaciones con crédito superaron a las realizadas con débito, algo inédito en la historia reciente.

·Solo en agosto, se registraron 180,4 millones de operaciones con crédito frente a 178 millones con débito.

·La diferencia en el monto es mayor: $9,4 billones se movieron con crédito, contra $4,7 billones con débito.

·En el 2022, el crédito representaba solo el 13,3% de las operaciones; en 2025, ya explica el 46,2% del total.

Esta dinámica se refuerza con el Índice Payway del tercer trimestre de 2025, que muestra una caída del 20,5% interanual en las transacciones con débito (reflejando la menor liquidez de las familias), mientras que las operaciones con crédito crecieron un 2,4% en relación con el año anterior.

Análisis económico: El salvavidas que se convierte en trampa

El economista Gonzalo Carrera, de la consultora Equilibra, explica que este "nuevo mapa del gasto" es consecuencia de un profundo cambio en el escenario macroeconómico.

Antes era rentable usar la tarjeta porque la inflación licuaba las cuotas; hoy, las tasas son muy elevadas y el ingreso real se encuentra estancado.

Carrera subraya que el endeudamiento es la última etapa de la supervivencia: “Una estrategia muy común cuando cae el ingreso real es primero usar los ahorros o vender cosas, y cuando eso se agota, empieza el endeudamiento”. Muchos hogares, especialmente jubilados y empleados públicos, recurrieron a préstamos personales para "suavizar el consumo", pero esas cuotas se volvieron una carga pesada.

Por su parte, Matías Bolis Wilson, jefe de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), vincula el auge del crédito con la dinámica del mercado financiero, específicamente con el retiro gradual del Estado como demandante de crédito. Con un sistema financiero más líquido, los bancos han vuelto a prestar activamente a familias y empresas.

Bolis Wilson distingue el actual "consumo defensivo" (sostenido por la necesidad y el endeudamiento) del "consumo activo" (impulsado por el aumento del ingreso).

La “financiarización del consumo cotidiano”

Los expertos bautizan este fenómeno como la “financiarización del consumo cotidiano”. Antes reservado para viajes o electrodomésticos, el crédito hoy financia la compra del changuito del supermercado.

La consecuencia directa es peligrosa: menos margen de ahorro y alto riesgo de endeudamiento crónico. Los especialistas advierten: “Cuando el crédito deja de ser una herramienta de inversión o consumo planificado y pasa a ser una forma de sobrevivir al mes, deja de ser saludable para la economía doméstica”.

La situación se agrava por el disparo de las tasas de interés de las tarjetas y la escasez de planes de cuotas sin interés. Esto crea una "trampa cara" para las familias que solo pueden pagar el mínimo, acumulando saldos impagables. Como lo resume un ciudadano: “Con crédito perdés doblemente: si te atrasás, pagás intereses y terminás devolviendo el doble o el triple”.

Perspectivas futuras: ¿Fin de la trampa de deuda?

Los economistas coinciden en que el principal desafío es reducir la carga del endeudamiento de corto plazo sin provocar un colapso en el consumo. Mientras el ingreso real no se recupere, "el crédito seguirá siendo un salvavidas".

Bolis Wilson mantiene un optimismo cauto, esperando que 2026 sea un año de crecimiento. Si esto se materializa, el crédito podría volver a ser una herramienta de expansión y no de supervivencia. No obstante, esto dependerá crucialmente de dos factores: la evolución de las tasas de interés y la estabilidad de precios.

En resumen, el boom del crédito en Argentina no refleja un auge de consumo, sino un reflejo del agotamiento financiero de los hogares, donde el plástico se ha convertido en un amortiguador de la caída del ingreso real, aunque con el costo de comprometer una parte creciente del salario futuro.