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La coyuntura económica argentina ha ingresado oficialmente en una "recesión técnica", según un análisis de la Fundación Capital. Esta confirmación se divulga la misma semana en que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ajustó a la baja sus proyecciones de crecimiento para el país, tanto para el año en curso como para 2026. (Foto gentileza)

El centro de estudios reveló datos que certifican la contracción del Producto Bruto Interno (PBI) por dos períodos consecutivos. El PBI se contrajo un 0,1% en el segundo trimestre (en la medición desestacionalizada) y se estima una caída aún mayor, de un 0,8%, para el tercer trimestre. Esta secuencia de retroceso en el nivel de actividad es lo que configura la recesión técnica.

Deterioro post-recuperación y causas

El actual deterioro interrumpe un breve período de reactivación que la economía había experimentado. El quiebre se produjo a partir de marzo, cuando el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) comenzó a emitir señales negativas.

El informe destaca que el punto máximo de actividad de la actual administración se registró en febrero, alcanzando niveles comparables a finales de 2017. Desde ese momento, el PBI ha acumulado una contracción del 1,3% en tan solo cuatro meses.

La Fundación Capital atribuye este declive a varios factores macroeconómicos clave, entre ellos:

·La tensión cambiaria persistente.

·Las tasas de interés reales elevadas y volátiles.

·El incremento de la incertidumbre en el período previo a las elecciones.

En este contexto de inestabilidad, el Índice Líder de la Universidad Torcuato Di Tella reportó una baja mensual del 4,7% en agosto, situando la probabilidad de ingreso a una fase recesiva en un alarmante 98,6%.

Impacto sectorial y desaceleración del consumo

Diversos sectores productivos ya reflejan la debilidad de la economía:

Producción e Industria

La industria manufacturera tuvo un leve repunte del 0,6% en agosto, pero no fue suficiente para compensar las caídas significativas del bimestre anterior (−3,7%). La fabricación de vehículos, un indicador clave, cerró el tercer trimestre con una contracción del 20% en comparación con el período precedente. Las expectativas empresariales en relación a la demanda interna y la utilización de la capacidad instalada también se deterioraron, cayendo a −17,1 y −12 puntos, respectivamente.

Construcción

El sector de la construcción mostró claros signos de estancamiento. Indicadores como el Índice Construya y el despacho de cemento registraron bajas trimestrales del 4,6% y 5,3%. Las proyecciones a futuro son pesimistas: el 27% de las constructoras que trabajan en obras privadas anticipa una menor actividad en el próximo trimestre, y el 64% no espera mejorías.

Consumo Interno

El consumo experimentó una marcada desaceleración en el tercer trimestre. La confianza de los consumidores retrocedió un 13,9% en agosto y un 0,3% en septiembre. La recaudación real del IVA cayó 1,8%, mientras que el consumo masivo general y el patentamiento de vehículos se redujeron en 0,5% y 0,3% respectivamente. El contexto de altas tasas de interés y el aumento de la morosidad también impactaron, haciendo que los préstamos personales y de tarjetas de crédito descendieran un 0,4% real en septiembre.

Proyecciones futuras

La Fundación Capital reafirma su estimación de que el nivel de actividad se redujo un 0,8% entre el segundo y tercer trimestre, ratificando el estado de recesión técnica.

En cuanto al futuro, la entidad proyecta un crecimiento interanual del 3,7% para 2025, impulsado en gran medida por el "arrastre estadístico" del año anterior. Para 2026, sin el beneficio de ese efecto, el avance se moderaría a un 3,3% en un escenario considerado optimista, basado en un fuerte impulso del comercio exterior, aunque con el consumo interno todavía limitado.